Checo llegada, acomodo mis cosas, me pongo mi bata y reviso la hoja de citados (que en mi caso no son citados, si no los pacientes de ventanilla que vienen a pedir una cita para que los vean hoy por “cualselesocurra” la razón). Típico, 30 anotados, muchos vienen con una historia preparadísima de porqué no fueron a trabajar, o porqué necesitan cuidados maternos y quedarse en casa cuidando a su hijo, otros simplemente se les terminó el medicamento y vienen por la receta; pocos en verdad vienen enfermos con la necesidad de la consulta de un médico, pero bueno.
Casi ya para terminar el día, la última paciente de 86 años no había llegado, decidí esperarla porque ya les conté como es encontrar estacionamiento ¿verdad?; me quité la bata y me senté afuera del consultorio donde el aire acondicionado está más fuerte, en eso veo subir corriendo las escaleras a mi penúltimo paciente, llegando 20 minutos tarde; se disculpa con la enfermera y le ruega que le deje pasar a consulta, mi enfermera me voltea a ver y yo asiento con la cabeza, el paciente se da la vuelta y me pone una cara de susto al verme.
Pasamos al consultorio, nos sentamos y le pregunto la razón de su consulta, sin hacer contacto visual me explica que se lastimó el tobillo, que le duele mucho y que venía por una incapacidad.
- ¿Qué no lo acabo de ver corriendo por las escaleras? – le pregunto.
- Sí, bueno, ¿no me va a revisar?
- Lo acabo de ver subir corriendo por la escalera y el pasillo, eso me indica que no hay incapacidad en su tobillo para realizar actividades cotidianas.
- Sí bueno Dra., ayúdeme tantito, aunque sea tres días nada más.
- ¡TRES DÍAS! Por supuesto que no, puede ir con el director si gusta.
- No está bien, ya me voy, ni modo; ¿para que se me hizo tarde verdad?
- Que tenga buen día señor.
Y así, cada uno tiene su historia.
@Dra_Tramadol